domingo, 7 de agosto de 2016

La mochila de Huelva al Datem

He ido a los suficientes campamentos con los scouts, y he viajado lo suficiente como para saber qué echo en mi mochila cuando hace frío, cuando hace calor, y cuando hace “porsi”. Por si acaso llueve, por si acaso vamos al agua, por si acaso refresca de noche… Tuve la suerte de conocer y poder tomar un cafelito con María, una médico onubense que fue el año anterior al que fuimos Anita y yo a San Lorenzo, y me dio algunos consejos y una lista de cosas a llevar. Para los voluntarios que tengan la suerte de ir siguientes años, o si decidís ir por vuestra cuenta, os dejo una lista de cosas, algunas de ellas imprescindibles, para llevar cuando viajéis a zonas tropicales, en este caso a Datem.

  • -          Ropa fresca. Podéis llevar tanto pantalones largos como cortos, y camisetas de mangas cortas y largas o de tirantas. Para ir a clase, recomiendan ir con pantalón largo y camiseta que no sea de tirantas, por eso de que hay que ir arreglado y dando buena imagen. Allí os darán un polito de la Universidad y una camiseta, que podéis ir alternando con las camisetas que llevéis. Allí se puede lavar la ropa, a mano, así que como consejo, no llevéis una camiseta para cada día. En cuanto a los pantalones, los cortos se pueden usar para los ratos libres y andar por la casa, mientras los largos serán para meternos por zonas de hierbas, ya que hay unos bichitos que se te meten en la piel y es bastante molesto deshacerse de ellos, (los izangos, unos parásitos de los que ya hablaré en otro post)e ir a clase. También podéis llevar algún vestidito o falda fresquitos para las horas libres y para la Noche de Talentos, que vamos un poquito más arreglados que de costumbre. También una sudaderita o chaqueta para algunas noches que refresca.
  • -          Ropa interior. Creo que no hace falta explicar nada más, con que os llevéis unos 10 bragas/calzoncillos, y algunos sujetadores y unos 5 pares de calcetines vais genial, y si os falta siempre podéis comprar en el mercado de San Lorenzo.
  • -          Ropa de baño. Aunque no es muy común, hay sitios donde te puedes bañar en el río.
  • -          Jabón para lavar y suavizante. Allí se puede comprar también, yo me llevé unas pastillas de jabón para lavar a mano que compré en Mercadona, son verdes y vienen 3, que para el mes y compartir dan más que de sobra. El suavizante podéis comprarlo también en San Lorenzo, porque además lo venden en bolsitas pequeñas para 5-6 usos. Pensaréis que es una pijada, pero me pasó que el primer año mi ropa se llevó hasta 5 días húmeda y olía tan mal que ni la colonia quitaba ese olor. Hubo gente a la que no le olía tan mal, y eso era por el suavizante. Qué pijada, seguiréis pensando, pero cuando ves que tus alumnos y alumnas van bien arreglados, pintadas ellas y con sus mejores galas a clase, y tú vas oliendo a humedad, acabas pensando que es una falta de respeto para ellos. Pero es una cuestión personal.
  • -          Calzado. Desde mi casa me llevé unas chanclas para tener los pies frescos, y para la ducha. Es que soy de coger hongos en los pies, pero había gente que se duchaba sin las chanclas, vaya. Para salir de excursión los días que no llueve, llevaba mis botas de senderismo, pero porque ya las tenía de tantos campamentos con los scouts. Con unos zapatos cerrados vais bien, pero que sean cómodos  y transpiren. El día de las Olimpiadas y algunas tardes después de las clases, los profes juegan a deportes como voleibol y fútbol; por si sois de esos, llevaos las deportivas, yo es que soy más de “hacer barra” (animar).
  • -          Botas de agua. Llueve, con bastante frecuencia además, y para ir a clase o a los paseos, las vais a necesitar. Las podéis comprar allí sin problema en San Lorenzo y os ahorráis cargar con ellas desde España. Os aconsejo comprar las más altas, que son las de hombre, no llegan a los 30 soles (entre 6-10 euros, según el cambio).
  • -          Poncho o chubasquero. Igualmente para la lluvia, es más cómodo que un paraguas y más fácil de llevar en la mochila de viaje. Me compré uno en una conocida tienda de accesorios deportivos que empieza por De- y acaba en –cathlon, por unos 6 euros, aunque los hay más buenecitos por 15. Ocupan poco espacio y son muy prácticos. Recomiendo llevarlos desde España por si os coge la lluvia en el viaje Lima-San Lorenzo, y no os da tiempo a parar en algún mercado.
  • -          Gorra/gafas de sol. Muy pero que muy importante, sobre todo la gorra, algunas horas del día el calor es sofocante, y para cuando salgáis de paseo, os vendrá genial. En mi caso, me los dejé en España las dos veces que fui, y el resultado fue “Cangrejito onubense a la plancha”
  • -          Protector solar. Para los blanquitos que venimos de España, es muy importante ponernos la de mayor factor, por el mismo motivo de la gorra.
  • -          Aftersun/crema aloe vera. Y aunque os echéis crema, os pongáis la gorra, las gafas, camiseta, pantalón largo o una túnica bereber, va a haber algún resquicio donde el sol se meta y os queméis. Soy mucho del aloe vera, por la sensación refrescante y ser más “natural”, aunque para gustos, los colores. Y cacao o vaselina para los labios que se resecan.
  • -          Tapones para los oídos. Una de las mejores decisiones que he tomado ha sido llevármelos. Dormimos muchas chicas en el mismo cuarto, este año fuimos once. Por estadística, alguna ronca, aunque ellas luego lo nieguen, jeje. Así que los tapones de los oídos van a venir como anillo al dedo.
  • -          Sábanas para la cama. Dormimos en una cama de madera con mosquitera, y te recomiendan llevar las sábanas. Aunque para las cabezas locas y olvidadizos, allí hay, aunque no para todos.
  • -          Linterna. Por si te tienes que levantar de noche al servicio, o se va la luz antes de que lo necesites, o si algún día te tienes que levantar temprano y aún no está el motor encendido o el pueblo aún no tiene luz, viene genial. Hay app para el móvil con función linterna, pero yo, que soy una romántica del campismo, aún llevo mi linterna.
  • -          Toallas. Al menos una grande para el cuerpo y otra para el pelo. La grande es buena porque si eres de l@s que se cambian en la habitación, dependiendo de donde duermas, a veces hay que recorrer un trecho desde las duchas a nuestro cuarto.
  • -          Aseo. Cepillo de dientes, pasta, champú, gel, cortaúñas, pinzas de depilar, peine, desodorante, manopla, compresas o tampones… bueno, cada uno sabe qué echar en su neceser de aseo, jeje. La mayoría de las cosas puedes encontrarlas allí también, y si algo te falta, siempre hay algún alma caritativa para prestarte. Un consejo mío personal: si llevas pastilla de jabón para lavarte el cuerpo, llévate un tapón de botella de plástico. Cuando lo uséis por primera vez, clavadlo enroscándolo un poco para que podáis ponerlo en el suelo de la ducha sin que se resbale.
  • -          Perchas. No es otra pijada. Cuando somos unas 40 personas conviviendo y hay que tender ropa, hay veces que no cabe toda en el tendedero; así que, usando perchas, ahorras espacio y dejas a los demás huequito para tender. También las puedes comprar allí en el mercado, no recuerdo el precio, pero te vienen en packs de 10 y puedes compartirlas con alguien.
  • -          Pastillero:
o   Maralone o profilaxis que os hayan recomendado en Sanidad Exterior para la malaria. Al ser profilaxis, no te quita que si te pica, te pueda contagiar la enfermedad, así que usando repelentes y la mosquitera, evitaremos más los mosquitos.
o   Analgésicos. Paracetamol o ibuprofeno.
o   Biodramina, si somos propensos a marearnos en viajes de 14 horas en barco por río o similar.
o   Fortasec, para las diarreas. La primera vez, con el cambio de comidas, y aguas, tuve fuertes diarreas. El agua sobre todo, aunque vienen en unos termos ya purificadas, en la casa se les echa una pastilla potabilizadora. Tampoco recomiendo tomar jugos hechos en la calle, si no estáis acostumbrados, porque os puede pasar factura.
o   Laxantes. A otros les pasa al revés, se estriñen y no hay manera de ir al baño, no está de más ayudarnos a ir.
o   Valeriana o EnRelax. Para el cambio de horas (en enero hay 6 horas de diferencia con España), quizá os cueste conciliar los primeros días el sueño. Yo uso EnRelax en casa, así que me llevé unos cuantos “porsi”.
o   Almax, para digestiones pesadas o si os entra ardentía.
  • -          Ordenador y pen drive. Para preparar las clases y organizar las actividades, necesitaremos el ordenador o laptop, como allí llaman. Es cierto que alguien te puede prestar la suya y que hay unas 5 de uso común, pero a la hora de tener que evaluar o hacer informes, todo el mundo lo necesita. El pen es bueno para pasar los informes al ordenador, o cuando todos reunimos las fotos que hemos hecho para compartirlas y salen nosecuántos gigas.
  • Cuaderno y boli. Para los nostálgicos como yo. El año pasado me llevé un diario que me regalaron mis amigas, donde escribí cosas que me sorprendieron, anécdotas y ocurrencias. Algunas las pasaré al blog para compartirlas.
  • -          Antimosquitos. Megaimprescindible. Hay gente que recomienda comprarlo allí, pero yo me fui a la farmacia de mi pueblo y el farmacéutico me recomendó RELEX, que él se lo llevó a Tanzania y volvió sano y salvo. Cuesta unos 13 euros, pero es buenísimo.
  • -          Bolsito pequeño para dinero y documentación, y tenerlo siempre visible porque se pierde y la hemos liado. También se puede llevar otra mochilita para cuando vayamos de excursión, y tengamos que llevar agua, protector, antimosquitos, etc.
Y he querido dejar para el final… el Producto Estrella:
  • -          Alcohol alcanforado. En gran invento, de verdad. El alcohol alcanforado fue de las cosas más curiosas que aprendí allá, y que sigo usando en España. Es simple, coges un bote de alcohol de curar y le echas bolitas de alcanfor de esas para mantener la ropa sin bichos de un año a otro. Nos lo echábamos cada tarde para prevenir ciertas picaduras, y para resecar las que ya teníamos, y que dejen de picarte. Hay gente que se comprar AfterBite y productos por el estilo, pero no es más que amoníaco a precio desorbitado. El alcohol alcanforado es barato y efectivo, para mosquitos, izangos y picaduras de cosas que no sabes qué son.
Hay otras cosas que suelo llevar siempre, como puede ser mi navaja suiza, que no puedes llevar en el equipaje de mano en el avión porque te la quitan, mi pañoleta de mi grupo scout, que es como mi amuleto y siempre viaja conmigo, y mis gafas de ver, que soy un topo sin ellas. Por lo demás, quizá sobre o me olvide de algunas cosas, estoy abierta a sugerencias y modificaciones para que pueda servir al que llegue aquí  J


¡Nos vemos en la próxima entrada!

lunes, 25 de julio de 2016

El Programa de Voluntariado

¿Cómo y por qué llego aquí?

El Programa de Voluntariado Internacional de Países en Desarrollo, gestionado por el Área de Cooperación Internacional de la Diputación de Huelva, es el proyecto que nos permite a voluntarios de la provincia de Huelva vivir una experiencia sensibilizadora en países a los que deberíamos tener la obligación de tenderles la mano.
Recuerdo el día en que me enviaron el enlace para participar en el Programa de Voluntariado. Estuve varios días reflexionando. Salir de mi país y de mi zona de confort, enfrentarme a otra realidad, otra gente, otras costumbres e, incluso, otras formas de expresarse. Pero siempre hay que intentar superarse y vivir experiencias nuevas, y si es aportando nuestro granito de arena, mucho más.

Comenzó hace unos 10 años, si no me equivoco, con 3 destinos y 15 voluntarios. En la novena edición, del 2015, alcanzaron 100 solicitudes para varios destinos de larga duración y corta duración. Fuimos unas treinta personas las que al final de un proceso de selección, tuvimos la suerte de vivir una experiencia que nos cambiaría la vida. Los destinos en general se dividen entre África y Sudamérica, y cada uno de ellos requiere un perfil profesional, desde profesores, educadores, enfermeros, veterinarios… pero creo que de lo más importante, y que tienen muy en cuenta es que seas voluntario. Me pareció muy positivo que fuera una de las exigencias para presentarte al Programa, porque ser voluntario implica tantos valores y actitudes ante la vida, que necesitaría otro post para explicarlo.

Centrándome en lo que estaba contando, el programa se divide en dos tipos de estancias: corta duración, un mes normalmente; y larga duración, a partir de 3 meses. A mí me ha quedado por experimentar el irme de larga duración, pero bueno, en un breve tiempo me iré por mi cuenta.

Las diferentes fases del proceso de selección constan de una presentación de tu cv, que se pueda apreciar que haces voluntariado y que te adecuas a algunos perfiles profesionales que exige el programa, y de ahí pasas a la entrevista personal. Yo, que soy una sensiblona, salí la primera vez con pensamientos negativos, porque llevan razón, vas a enfrentarte a una realidad muy dura y debes estar preparado, al menos, moral y mentalmente, y ser muy responsable de tus actos. Si pasas esa entrevista, el proceso sigue con un cortito curso de formación sobre cooperación internacional. Para los que no trabajamos en ese mundo, nos viene siempre bien conocer de primera mano, ciertos aspectos y conceptos. Por último, el proceso finaliza con un fin de semana de convivencia todos los voluntarios. Y que pases o no la selección, merece la pena todo el proceso simplemente por la gente a la que acabas conociendo.

El proceso acaba, como ya comenté antes, con la selección de los voluntarios para ir a terreno. No siempre se completan las plazas, normalmente por falta de perfiles que se adecuen a lo que necesitan, quizá porque no llega a todo el que quisiera la información o la existencia de este programa.

Este año pasado, repetí por segunda vez ir a San Lorenzo, capital de la provincia Datem del Marañón, en Perú. Viajábamos con la Universidad Marcelino Champagnat de Lima, a formar profesorado de los pueblos originarios. Ellos son maestros y maestras que enseñan en sus comunidades, pero en la mayoría de los casos no tienen un título que lo certifique, ni conocimientos y herramientas que les ayuden a enseñar a sus niños y niñas. Es por eso que la Umch se traslada cada verano de allá, en el mes de enero, con profesores voluntarios de Chile, Bolivia, España y el propio Perú, para dar lo mejor de sí.


En 2016 el Programa permanece en estado de evaluación, para ir mejorando en próximas convocatorias.

jueves, 30 de junio de 2016

La Potona

Culo es una palabra tan usual en España que ni siquiera podríamos pararnos a imaginar que pueda molestar a otro ser vivo de este mundo. Pues resulta que si. Que a oídos de otras personas, nuestro "culo" tiene otras connotaciones, tanto es así que causa risas  y caras coloradas entre alumnos cuando, el primer día de clase, pides perdón de antemano porque sabes que en algún momento se te va a escapar. Y la vas a soltar, y no vas a ser consciente de que está mal vista.
Así que allá usan la palabra "poto". "Me pica el poto", "vete al poto", "el ojete del poto". No es serio.


El grupo de personas de la foto son personas luchadoras. Javier es el coordinador del proyecto "Un maestro para el Datem", y las niñas son maestras de infantil, allá llamadas de inicial. Son chicas a las que admiro y a las que les encanta su trabajo y reparten amor a raudales. Aunque si tuviera que hablar de cada una de ellas necesitaría días.
Las niñas han sido maestras de la Escuelita, proyecto pionero que se ha llevado a cabo este año en San Lorenzo dentro de "Un maestro para el Datem". Andrea, Patito y Camila tenían a los más pequeños, a partir de los 3 añitos. Jenny y Palo a los más mayorcitos, alrededor de los 6-7 años. Los hijos de los alumnos de la Universidad se quedan con ellas para que sus padres puedan estar tranquilos mientras estudian. Las horas de clase, se la pasan cantando, jugando, riendo y aprendiendo.

De izquierda a derecha, Andrea (con José, alumno de la Escuelita, en brazos),
Paloma, el profe Javier, Jenny, Cami y Patito.

Hoy me centro en Andrea, alias la Potona.

Andrea es de esas niñas todoterreno, lo lleva todo para adelante, sin descanso. Es de esas personas a las que me gustaría parecerme si algún día maduro, jeje. Ella estudia en la Champagnat, y trabaja en un cole de maestra de Inicial. Es simpática, inocente y muy, muy religiosa. Pero muy tolerante, eso sí. Y nuestras conversaciones sobre el aborto, la familia, , las creencias,el sexo siempre la damos por finalizada con una de nosotras diciendo "Vale, te respeto pero no lo comparto". Ella es una de las personas que más me ha enseñado sobre Perú, la educación y el pensamiento general de allí. Junto con Ketty, son las dos mujeres de las que más aprendo día a día sobre tolerancia, respeto y amistad en el Perú.

Los niños se acercaban a la sala donde estábamos los profesores,
momento en el que aprovechábamos para bromear y jugar con ellos


Ella y yo nos llamamos la una a la otra "potona", de manera cariñosa, porque ambas pensamos que la otra tiene el culo (perdón) enorme.

Le pedí a Andrea que me escribiera un poco sobre el proyecto y lo que sintió. Os lo dejo aquí.

"Bueno, cómo empezar. Se me vienen tantas cosas a la mente cuando pienso en San Lorenzo. Las emociones me llevan a sentir una gran nostalgia pero al fin y al cabo se me viene una gran sonrisa al rostro porque sé que pude estar ahí y haber vivido la mejor experiencia de mi vida. Algo que me ha llenado de tanto y enseñado reafirmar lo que yo quiero hacer en esta vida con mi vocación.
El primer año que vivo esta experiencia yo estaba en que podía creerlo y no después de tanta, tanta insistencia al hermano Pablo me dijeron que si podía ir. Es aquí donde comienza todo un proceso de planeación para el nuevo proyecto que se iba implantar: un lugar donde los hijos de los alumnos puedan estar mientras ellos están en clases, todo era nuevo para mí, no sabía que me esperaba, ni siquiera terminaba de entender bien que haría pero el solo hecho de poder ir hasta allá y contribuir en algo me motivaban mucho, sobre todo el trabajar con niños para mí ya era la felicidad plena.
Llegamos allá, todo fue muy distinto a lo que pensaba. La casa, las personas. Existía gente tan buena que me inspiraban mucha ternura como mi querido Gran David que me daba mucho la sensación de tener a mi papá y en general todas las personas eran tan afables. Éramos una gran familia de verdad. Cada desayuno, cada almuerzo, cada cena eran momentos especiales para poder compartir acerca de nuestro día a día. Gente muy maravillosa donde pude conocer grandes amigos a los cuales quiero y adoro infinitamente pero en particular. Conocí a una chica muy particular que bueno cuando yo andaba un poco sensible porque extrañaba a mi mami, y me dolía el estómago me dijo “a ti no te duele nada, lo que tú tienes es morriña” ,yo pregunte qué es eso, y ya con su pronunciación y su aro en la nariz detalles que me parecían graciosos e inspiraban confianza, dijo “pues es cuando extrañas mucho algo”. Quien diría que ese sería el inicio a una gran amistad, hermandad que pese a toda la distancia, tiempo sigue perdurando y acompañando en mi día a día.


Jugando en clase

Centrándome en el trabajo con los niños fue algo como que ir y ver niños tan distintos a los cuales ya estaba acostumbrada a ver en el aula, distintas formas de ser. Recuerdo muy bien a Leonin y Ronny que hablaban en su lengua originaria y cuando les decías algo simplemente no obedecían pero era porque no entendían. Ambos pertenecían a la etnia Awajún, ellos fueron los pilares de esta primera experiencia. Cómo lograr que te entiendan, que aprendan todo un reto, el hecho de las costumbres tan distintas al comienzo costó ya que lo que se llevó programado desde Lima debía de ser modificado teniendo en cuenta la realidad que vivíamos, pero pese a todo ello mi motivación seguía siendo la misma, el objetivo que tenía era de ir a servir y dar lo mejor de mi cada día, pese a que no solo nos dedicábamos a las clases con los niños sino también a apoyar en las tareas administrativas. El hecho de saber que cada día al despertar iba a poder ver sus rostros, escuchar sus vocecitas, risas y verlos sonreír era la mayor fuente de energía inagotable para mí, mi mejor motor y combustible que me empujaba a dar todo de mí hasta cuando ya las fuerzas no me daban, pero todo lo valía la pena por ellos. La felicidad que me transmitían en cada clase con un pequeño gesto, un besito, un abrazo aceleraba mi corazón y me reafirmaba el motivo por el cual fui hasta ese lugar, claro que todo esto no sería posible sin mi gran amiga, compañera Jenny a la cual aprendí a conocer y querer por medio de esta gran experiencia, la cual luego sería bautizada como “La Escuelita”. Nos fuimos con las ganas de haber hecho más cosas y con el gran deseo de volver porque sentía que no había dado suficiente que se podría hacer más cosas con los niños en las clases ,nuevos temas, nuevos materiales. Solo tenía en mí el deseo de poder volver, esa primera experiencia para mi tiene un valor transcendental, me permite confirmar mi vocación como educadora pero sobre todo a vivir la felicidad que te da el dar sin esperar nada a cambio, de una forma desinteresada de corazón y que mejor pago que llevarme en mi memoria y corazón las sonrisas de esos niños y la alegría por tantos momentos compartidos.

Una de las dos aulas de La Escuelita, la de los más peques.
Ya que ni bien llegue a Lima yo tenía el ferviente deseo de volver le dije al hermano Pablo y al Profesor Javier “yo quiero volver, deben llevarme otra vez”, y bueno durante todo el año estaba mi mente y corazón,  en eso no dejaba de contar y contar mi experiencia. Quería que las demás personas, amigos, compañeros se enteren de lo maravilloso que había vivido para que ellos se puedan contagiar y poder vivir la experiencia. Algo que marcaría su vida, y le daría otro sentido.

Hasta que nos comunican que iremos por segunda vez en este caso con Jenny otra vez y no podía ser más feliz. Irían esta vez también dos de mis grandes amigas: Camila y Pato, yo rebosaba de alegría, ni que decir cuando sabía que mi potoni también volvería a  ir después de todo un año de mensajes por wsp, email y estar en contacto la volvería a ver. Esta experiencia ya de lejos traería grandes cosas.

¡Nos vamos a casa!
Para ello ya empezamos a programar las clases con tiempo. Para ello nos servía mucho la experiencia previa que teníamos y ahora si en base a ello poder pensar en qué enseñarles, qué materiales llevarles, todo buscando lo mejor para esos pequeños niños. La expectativa y ganas de trabajar otra vez en nuestra Escuelita era muy amplia.
Llegamos empezamos a ambientar nuestros salones con la emoción de al día siguiente poder conocerlos y la esperanza y deseo de que también vayan los niños del año pasado, y llegó el primer día cargado de emociones tener treinta cinco niños que iban desde los tres años hasta los cinco. Era único, y gracias a Dios hubieron niños que continuaban como mi Osterling, Elisa, Shane, Ronny y otros niños que se incorporaban por primera vez a la escuelita, mi entrañable Jose, mi bello Shelman, mi inquieto Jackner y mi pequeño Brian; y cómo no mencionar a la divertida Angie y mis demás pequeños que Dios me permitió conocer este año. Las clases fueron muy divertidas entre cantos, juegos, bailes y las nuevas cosas que ellos aprendían, disfrutaban mucho de los nuevos materiales que habíamos llevado. Este año la Escuelita  tuvo algo muy especial que venía pensado desde Lima: tener un día del Logro donde se expondrían todos los trabajos que los chicos habían realizado durante el mes. Ese día fue muy especial y gratificante de ver todo lo que se había logrado con los niños y que sus padres puedan ver todo aquello muy felices y llenos de orgullo porque eran los trabajos de su hijo.
Fiesta de despedida de La Escuelita
Fue para mí un mes lleno de muchos aprendizajes, trabajo y entrega pero otra vez encontré en mis niños, mi fuerza, mi motor para seguir rindiendo  y dando lo mejor cada día. Todo lo valía por ellos, ya que cada noche al dormir podía irme imaginando sus rostros y sabes que al día siguiente los vería y seguir compartiendo muchos momentos juntos con sus ocurrencias y gestos tan propios de lugar pero llenos de una inocencia, bondad y pureza que te impulsan a seguir adelante y darlo todo por ellos. Agradezco mucho a Dios por haber puesto en mi camino a esos maravillosos niños, haberme dado la oportunidad de conocerlos, compartir con ellos los mejores días de mi vida. Es lo que me gusta y me llena trabajar con niños pero sobre todo niños como ellos que necesitan tanto de nosotros y a cambio te otorgan esas sonrisas sinceras, abrazos llenos de amor y besos con dulzura que es su forma de decir gracias, pero al contrario yo debo decir muchas gracias por todo lo vivido y compartido su recuerdo me acompaña todos los días ya sea en un gesto similar que encuentro con mis niños del Nido o porque siempre vienen a mi mente alguno de sus rostros y sonrisa y me impulsan a seguir para adelante pese a las complicaciones que pueden haber.

Osterling, un aparato, jeje
Definitivamente no me cansaré de reafirmar y de decir que haber viajado a SAN LORENZO ha sido y será la mejor experiencia de toda mi vida por todo lo vivido, aprendido.

La clase de "los mayores"
Y bueno siendo ya veintiocho de Junio termino de escribir todo esto ya que se lo prometí a mi potoni y para mi tiene una gran importancia y valor lo que yo a ella le prometo pues es mi cara de pan de pueblo y la quiero con todo mi corazón.

Para mi confidente, consejera, psicóloga, amiga, cómplice, hermana mayor, mi potoni!!"

Angy :)

Te quiero potonita mía de mi.




jueves, 19 de mayo de 2016

Home, sweet home

En una de estas imágenes cursis que la gente cuelga en internet, leí  “Se llama hogar a todo aquello que nos hace sentir como en casa, no tiene por qué ser el lugar de donde provienes”.
Recordé en ese momento, que me he sentido muy a gusto en muchos sitios en el Perú, pero tengo dos hogares allí: el de mi Ketty, y la Casa Pastoral donde convivimos en Comunidad todos los voluntarios en el mes de estancia en San Lorenzo.
La Casa Pastoral es un préstamo que los Salesianos hacen a los hermanos Maristas ese mes, que normalmente no se usa para vivir, sino que son aulas para actividades. El primer grupo que ha ido es el encargado de acomodar la casa para que unos 44 voluntarios venidos de Bolivia, Chile, España y el mismo Perú, podamos hacer vida en Comunidad. Montar camas, el salón comedor, las cuerdas para tender, utensilios de cocina… en resumen, acondicionar toda una casa para que sea habitable.
La Casa huele a arroz y plátano frito, que es lo que más se ha comido allí. Los que no estamos acostumbrados a comer tanta cantidad de arroz llega un momento en el que te sobresaturas y no quieres volver a comerlo en mucho tiempo. En mi caso, el año pasado fueron 4 meses. Este año ya me he hecho el estómago y lo seguí comiendo después de salir de la selva. Sí, sin conocimiento, pero es que me encanta el arroz chaufa, qué le hago.

Ésta es la puerta de la Casa Pastoral. Una puerta común y corriente para cualquiera, pero que guarda significados para el que ha vivido ahí. En esa puerta me he sentado con Azu a idear la animación para el equipo azulino de la gymkhana, hemos realizado Andrea y yo rituales de purificación, he hablado con España cuando más lo necesitaba, hemos escuchado las niñas del cuarto reggaetón del celular de Talia, bailado Grease, he compartido confidencias con Kelly, cantado, jugado al UNO, e incluso hemos acompañado a los fumadores nocturnos alguna que otra noche mientras se filosofaba de la vida.

La puerta de mi hogar en San Lorenzo
En la casa hemos vivido con todos los “lujos” que te puedes permitir allí, como una cama con mosquitera, un salón comedor, baño con ducha, un hornillo donde mi papaJuan hacía sus maldades azucaradas y calentábamos el agua para el desayuno. Este año incluso hemos tenido una nevera en la que te entraban ganas de meterte y no salir en una temporada, y un motor para las horas que necesitábamos luz y no había la del pueblo. Porque esa es otra, luz no hay todo el día. Que recuerde, la luz venía a eso de las 6 de la mañana y se iba alrededor de las 8, y luego volvía a las 6 de la tarde para irse a las 12 de la noche. Entre las 8 y las 6 había clases de informática, y sin luz las laptop (los ordenadores portátiles) no aguantan ni medio día. Eso sí, teníamos wifi en la plaza, que iba a trompicones, pero wifi al fin y al cabo.

El comedor, donde se hacía más vida que en otro lugar de la casa

Pero qué modositos estamos mientras escuchamos al hermano Pablo

Pues como iba diciendo, la casa es un lujo para como viven la mayoría de alumnos que vienen de lejos. Las habitaciones están segregadas por sexo, cosa muy lógica, y los baños, por ende, también. La casa no se limpia sola, no tenemos robots de esos modernos que van aspirando el polvo, ni nadie que venga a limpiar. Nos organizamos de tal manera que nos dividieron en cuatro grupos, e íbamos rotando las cuatro semanas de estancia en la casa. Un grupo se dedicaba a preparar la oración. Esto quiere decir que rezábamos siempre cinco minutos antes de desayunar, de almorzar y de cenar, aparte de ir a misa dos veces en semana (miércoles y domingo, por la tarde) y tener el momento mariano los sábados y domingos por la mañana. Este año me metí a cantar en el coro de la Iglesia. El cantante principal, guitarrista y animador es Abelardo, alumno de la Universidad, que actualmente cursa su segunda especialidad. Cantar no sé cómo lo hacíamos, pero animar las misas, animábamos “una hartá”. Otro grupo se encargaba de servir las comidas. Hacen el desayuno, y sirven el resto de comidas. Nosotros no cocinábamos, el hornillo y el tiempo no nos daba para tanto, así que tenemos a nuestro querido Percy, el chef Percy el Piuranito el encargado de alimentarnos y engreír a los delicados del estómago. El tercer grupo se encargaba de mantener limpios baños y zonas comunes, y había un cuarto que estaba de descanso, pero que tenían la opción de ayudar en las tareas al resto de grupos.

Percy, nuestro chef
La vida en comunidad es relativamente fácil. Y me explico. No es coser y cantar, porque convivir con gente tan diferente, con las peculiaridades de cada uno, manías, personalidades. Lo bueno que me ha dado vivir compartiendo piso casi 10 años en Sevilla es que he tenido la oportunidad de aprender a convivir con gente diferente a mi, y ser aparentemente más tolerante (o pasota) a ciertos hábitos o actitudes que hace 10 años podrían provocar el querer tirarme de los pelos o arrancarme la piel a tiras. Pero la gente, casi toda, siempre pone de su parte para arreglar malentendidos o solucionar problemas personales que pudieran afectar a la buena armonía de la convivencia. También entiendo que es solo un mes, y que a la gente con la que no has conectado, quizá no vuelvan a coincidir porque los caminos no se crucen, pero por lo mismo, si es un mes… vamos a hacerlo lo más ameno posible. A los que acabas queriendo, se hará todo lo posible e imposible para volvernos a juntar.

La ropa tendida, que si llovía más de un día, podías pasarte el mes sin ponértela

Nuestro patio central, otro día de lluvia.
Como dice el papa "Tener un lugar al que ir, se le llama HOGAR. Tener a quienes amar, se les llama FAMILIA, y tener a ambos es una bendición".



Qué morriña.


lunes, 25 de abril de 2016

Apusito

Jonathan es lo que llamaríamos en España, “un niño bien”. Vive en un buen barrio, es de una buena familia, tiene estudios y se dedicaba a cuidar de “el abuelo”.
Lo conocí como se puede conocer a cualquier persona en un viaje, coincides con él sentado a tu lado, y te da por cotillear lo que quiera que esté leyendo. Filosofía en este caso. “Maemía, un platónico” pensé “un tipo que da mil vueltas para decirte siempre lo mismo”. Así que le empecé a preguntar sobre qué iba a dar clases, y a mantener una conversación esperando que pasaran las últimas horas antes de llegar a San Lorenzo.

Recuerdo que las mañanas que se dignaba a levantarse, desayunar y quedarse despierto hasta la hora de sus clases (porque la mayoría de días no desayunaba o se acostaba de nuevo después de desayunar), algunas las pasaba con él programando en el comedor. Jonathan, su música y su personalidad de ogro gruñón. Y no lo llamo ogro gratuitamente, sino porque es un Shrek , al que le llegó una visita de dos asnos en forma de españolitas para sacarlo de su ciénaga y aunque cabreado con el mundo, acabó dándose cuenta de que el cuento aún se está escribiendo y quizá lo acabe al otro lado del charco.

A este gruñón le pedí hace poco que me escribiera algo sobre la experiencia, muy cortito, para que se pueda comprobar que, aun lejos de casa, de la familia y los amigos, cuando vas con la mentalidad de no querer encariñarte con nadie porque luego vienen las despedidas, este muchachote de aspecto fiero pero corazón ENORME, hace que se te rompan todos los esquemas y acabes adorándolo.

“Un mes en la selva, un mes con gente de diferentes países, un mes con diferentes personalidades pero sobre todo un mes haciendo comunidad. No pensé vivir esta experiencia pero caray que bella que fue, conociendo españoles, bolivianas, chilenos como para aprender de todos y de todo. Fue aprender a despertar a las 6 de la madrugada que fue lo que más me costó. Pero que rico es vivir con culturas diferentes, saber que fui parte de un grupo hermoso y dinámico con sus idas y vueltas.
Que bien me siento saber que pude dar algo de mí para aquellos maestros que llegaban muy puntuales a recibir las clases mientras yo moría de calor, pero una vez iniciada la clases todo el calor se convertía en ganas de hacerlos exponer (soy muy bueno para eso ja).
Tener una mesa enorme para compartir los alimentos con los demás fue algo inigualable por que se compartía de todo, ojo de todo, bromas, anécdotas y sobre todo los platos siete colores de inigualable Percy el “cocina lo que puede”.
Me hice de muchos amigos, viví la lluvia y el arcoíris en su máximo esplendor. Fue una experiencia inolvidable pero no me quedo solo como ellos sino con lo que me dejo después, la familiaridad que se dio convivir con españoles en mi casa fue algo que me ha marcado y no saben cuánto, aprender a comer pan con tomate y aceite de oliva, o tomar las cervezas en el almuerzo o  aprender el baile del pollo.
Yo como buen citadino esto ha sido un despertar hay ver que Perú no solo es Lima, que hay gente maravillosa en estos pueblos alejados pero cercanos en acogida, ellos te tan hasta lo que no tienen eso es algo que jamás olvidaré, ha sido la experiencia única y eso que ya antes como seminarista he hecho estas misiones pero esta fue inigualable sobre todo por todos aquellos misioneros que de una u otra manera nos apoyábamos, la emoción que me dejó San Lorenzo quedará grabado en mi corazón hasta el último día de mi existir .

Ahora que cada uno está en su país, solo que me quedan los bellos recuerdos y de cuando en cuando un Skype. Nunca se olviden de esto: LOS AMIGOS SON LAS FAMILIA QUE UNO ESCOGE”





P.D. Cuando vengas a España, devuélveme lo que es mío.

jueves, 24 de marzo de 2016

Destino San Lorenzo

¡Gracias por la Bienvenida!
20 días hace ya que aterricé, de nuevo, en España. Dejo atrás muchas vivencias, anécdotas, aprendizajes y, sobre todo, muchas personas que me han hecho ver la vida de otro modo y a las que no olvidaré nunca. Ahora, que siento mis neuronas en el cómodo sofá de casa, me dispongo a recopilar todo aquello.

El viaje comienza el mismo día 1 de enero, saliendo de Huacho 3 voluntarios de allí- los dos “Roberts”, mi papaJuan- y yo. Tres horas y media de bus hasta llegar a Lima. Normalmente me parecería una locura tantas horas de bus, pero en Perú aprendes a apreciar esas “cortas” distancias. Desde el punto de vista de una que vive en un país que cruzas en poco más de 12horas, todo lo que esté a más de una hora ya es lejos. En cambio, Perú, al ser un país grande y con las poblaciones concentradas en pocos lugares, todo queda relativamente lejos de todo. Y digo relativamente, porque hay distancias de 11 horas que la gente se hace cada fin de semana sin pestañear y les parece tan normal. Pero siguiendo con la que se está adaptando a las distancias peruanas,  Huacho está “al lado” de Lima.

Llegando a Lima, se me vino a la cabeza algo que aprendí cuando estudiaba en Sevilla. En segundo de carrera, un profesor me enseñó que los mejores recuerdos son a través de sensaciones, olores o sabores. Cerrar los ojos, aspirar un aroma, y que te transporte a un lugar, un sentimiento o una persona. El recuerdo que tengo de Lima es de pollo a la brasa, y aunque sea vegetariana, es un olor que te invita a comer, que te abre el apetito. Así que al llegar, fuimos a dejar nuestras maletas hasta la Residencia de la Universidad Marcelino Champagnat, donde nos íbamos a alojar esa noche, y nos fuimos a cenar a una pollería. Ahí, yo, con 3 carnívoros comiendo pollo y yo solo ensalada. Pero olía rico, eso sí.

Grupo de voluntarios en la Resi

Tempranito el día 2 salimos al aeropuerto de Lima, donde ya sí que nos encontraríamos todo el segundo grupo de voluntarios que partíamos hacia San Lorenzo. Íbamos con todo el trabajo ya hecho, ya que el día 27 de diciembre había salido un primer grupo que iba a pasarse toda la semana examinando a los alumnos, recogiendo trabajos y corrigiéndolos, montando las camas y la casa, y en definitiva, hacer todo el trabajo previo al comienzo de clases.

Gran trabajo, ¡gracias familia!
El avión que nos lleva de Lima a Tarapoto tarda poco más de una hora, y ya llegando allí nos esperan dos combis, que es una mezcla entre microbús y furgoneta, para llevarnos durante 3 o 4 horas hasta Yurimaguas. El camino recuerda en cierto modo a cruzar Despeñaperros, con tramos bastante estrechos y sin quitamiedos. Los conductores van a mucha velocidad y en algunos trechos piensas que vas a salir “despeñao pa’bajo”. Pero bueno, entre el reggaetón a todo trapo y las risas, las horas y el miedo se esfuman.
Imagen que ves justo al salir del aeropuerto de Tarapoto
Nuestra combi, que nos llevaba de Tarapoto a Yurimaguas
Estampa de Tarapoto a Yurimaguas
Ya en Yurimaguas, dimos una vuelta con un grupito y nos topamos con la plaza de armas. Aquí las plazas de armas son las plazas centrales, lo que llamaríamos la “plaza del pueblo” en Almonte o “Plaza Nueva” en Sevilla. Como estamos en época navideña, todo está ataviado con adornos navideños  y muchas luces, todo muy alegre y colorido. Se hace mucha vida en este sitio, ves familias paseando, parejas, grupos de amigos. Me encanta el ambiente que se forma, porque te sientes como en casa, aunque con una calor impropia de un enero en mi pueblo. Y allí, entre colores y alegría, pasamos la noche. Al día siguiente nos esperaba un cansado día de viaje hasta nuestro destino: San Lorenzo.
Mototaxis, Yurimaguas
Plaza de Armas de Yurimaguas
Esperando bajar las maletas de la combi, Yutirmaguas.

El viaje de Yurimaguas a San Lorenzo puede hacerse de dos maneras: por aire o por río. Por aire se hace en avioneta, se tarda unos 45min pero el viaje es más caro, y tiene otro inconveniente: tiene muy pocas plazas, y no sale todos los días, ya que para ir, hay gente, pero debe haber gente para volver y así aprovechar el viaje. Así que el viaje no hay más remedio que hacerlo por río. La vez pasada viajamos en deslizador, pero la empresa que lo gestionaba (Huallaga) ha quebrado, y esta vez fuimos en otro tipo de barco a motor. No había superado las 8 horas de viaje del año pasado, que para mí fueron lo peor… así que no quiero contar las 14 de esta vez. Los que entramos primero, vamos sentados en unos sillones medio cómodos, pero los que no caben van en unas tablas delante del todo, bastante incómodo y que aún me duele el culo (¡perdón Andrea!) de tantas horas allí sentada. El paisaje todo el camino es precioso, y no se puede comparar con nada que haya visto antes. En serio, si alguna vez tenéis la oportunidad de hacer un viaje así, hacedlo, aunque luego os quejéis del dolor del poto.
Barca en la que viajábamos, éstos son los sillones cómodos
Y aquí los incómodos
Paisaje del viaje por el río
Más paisajes

El viaje nos sorprende con lluvia y la noche nos cae encima, así que la llegada no es todo lo idílica que una espera.  Aun así, hemos llegado, que es lo importante, y tengo todo un mes por delante para olvidar esas 14 horas.

Ea, pues ya estoy de nuevo aquí.
Hola, San Lorenzo J.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Bienvenida huachana al 2016

Mientras escuchamos canciones de Marc Anthony, ultimo los detalles para inaugurar el blog.

Durante los dos próximos meses, estaré de nuevo en mi selva querida, casi un mes en San Lorenzo, un pueblito perteneciente a la provincia de Datem del Marañón, departamento de Loreto. Ahondaré màs en ello en próximas entradas.

Conoceré un poco más la cultura, gastronomía, educación, arte... Y todo lo que el Perú quiera mostrarme en poco más de 60 días que aquí estaré.

Estos primeros días los paso en Huacho, zona costera a unas 3 horas de Lima. Aquí viven a quienes considero que fueron mis padres este enero pasado en San Lorenzo, mi mamaKetty y mi papaJuan. Son dos profes del colegio Maristas San José aquí en Huacho.

La casa de mi Ketty en Huacho es recogidita pero muy acogedora. Tiene un aseo, habitación, cocinita y salón, donde a todos sus amigos les gusta reunirse para escuchar música, reírse y charlar, y ella siempre está dispuesta a recibirlos. La cocina casi la tiene de adorno porque no le gusta cocinar, y el agua caliente es un lujo que no se puede permitir mucha gente. Aunque llevo aquí unos 3 días, me siento como si estuviera en casa, y eso es bueno, porque significa que me estoy muy agusto aquí.

A diferencia de nuestro rojo, aquí es el amarillo el color de la buena suerte para recibir el Nuevo Año, y la gente lo usa tanto en camisetas y ropa en general, como en adornos para la casa. Los mercados estàn llenos de este tipo de adornos: flores, pañuelos, cadenetas, Bobs Esponjas, diademas, etc.

La cena previa a la entrada al año se hace en familia, y luego uno se pone sus mejores galas para salir a bailar. Las uvas han de tomarse sentados debajo de la mesa para que den suerte, y en los bolsillos debemos echarnos unos puñaditos de lentejas. Todo un ritual para que entra sea mejor que el año que se deja atrás.

Sin más, les deseo una bonita y amarilla entrada al 2016. Nos vemos al otro lado del año.